martes, 29 de noviembre de 2011

DIARIOS ESTELARES IV

POR LOS ALEDAÑOS DE ANDRÓMEDA
En la nave no hay arriba ni abajo. Un diseñador quiso aparentar una ficción de verticalidad pintando lo que convinimos en llamar suelo de negro y lo que llamaremos techo de color blanco.
Me irrita no tener una base sólida sobre la que afirmar mis pies. Todo ha de estar atado y bien atado o volará por los aires. Nada permanece donde lo dejaste. Ni siquiera tú despiertas donde te acostaste.
Sozzap me recuerda que hemos de controlar la altura de mis luces de galibo antes de penetrar en el próximo túnel del tiempo.
Entono otro de los himnos del cosmódromo:

“Cerco un centro di gravitá permanente
che non mi faccia mai canviare
idea sulle cose sulla gente”





Franco Battiato: Centro di Gravità Permanente

domingo, 27 de noviembre de 2011

DIARIOS ESTELARES III



CABELLERA DE BERENICE

Pasamos tan cerca de una estrella que la nave resultó bombardeada por una lluvia de neutrinos. Los neutrinos son elementos tan sutiles, tan carentes de masa, que pueden atravesar la materia sin alterarla. Tras una ducha de neutrinos uno sigue igual de limpio, o de sucio, que cuando entró en el baño.
Poco a poco mis recuerdos van perdiendo masa. Tanta, que ya nada me afecta cuando me atraviesan la memoria.
Sozzap me canturrea al oído, intentando seducirme:

“Fly me to the moon
And let me play among the stars
Let me see what spring is like
On Jupiter and Mars"

jueves, 24 de noviembre de 2011

DIARIOS ESTELARES II


ATRAVESANDO EL CINTURÓN DE ORIÓN

Hay 420563 interruptores en la consola del puesto de mando. Los he contando muchas veces. Ninguno funciona.
Lo comprobé cuando, en un ataque de desesperación, activé el que habían rotulado con el sugerente letrero de “Autodestrucción”. Tras una cuenta atrás tan breve que comenzó en 1 pulsé aquel macabro interruptor negro. Nada sucedió. Accioné cientos de botones al azar. Ninguno alteró nuestra trayectoria lo más mínimo. En toda la cápsula el único pulsador que aparentemente funciona (y no siempre) es el de la cisterna.
Me acosté no sin antes rezar la oración que nos habían enseñado durante los entrenamientos en el cosmódromo.

“Ay, ¿quién maneja mi barca?, ¿quién?
que a la deriva me lleva, ¿quién?"

miércoles, 23 de noviembre de 2011

DIARIOS ESTELARES- EPISODIO I

DE ALDEBARÁN A ORIÓN PASANDO POR LA NEBULOSA DEL CANGREJO
He decidido escribir este cuaderno de bitácora para dar cuenta de mi viaje interminable por este espacio infinito.
El destino de esta nave sin timón, gobernada por un tripulante forzosamente estéril, no es otro que el de fecundar con mi cadáver un nuevo mundo, dotando de la imprescindible materia orgánica a un planeta hasta entonces tan yermo y sin esperanza como esta nave, como este tiempo, como este hombre.
Lo primero que debo hacer es no engañarme. La soledad será para siempre. Para mitigar mi soledad he decidido dividir mi mente en dos, como el que parte un pan con las manos y deja un trozo para luego. Sozzap no está de acuerdo con esto, pero es que Sozzap se opone siempre a todo.
Es difícil acostumbrarse a la ingravidez, lo más preciso que podría decir para describir esta sensación es que uno se siente raro. Hay cosas que debes recordar: masticar con la boca cerrada y que nunca podrás adivinar de que lado caerán las lágrimas: las ves alejarse flotando, como un rosario de pequeños planetas de cristal en fuga.

martes, 22 de noviembre de 2011

POLVO DE ESTRELLAS (EPÍLOGO)




Yo caminaba por el cinturón de Van Allen
tú te aproximaste a mi mundo
trazando una elipse, tan rasante,
que alteraste mis mareas para siempre.

Encontré tan gratos tus paisajes,
tan radiante el fulgor de tus volcanes
que acompasé mi órbita a tu órbita
creyendo, sin duda ingenuamente,
que por los siglos de los siglos,
milenio tras milenio
surcaríamos paralelos las rutas estelares.

Un choque sideral
(la gravedad es lo que tiene)
hizo diverger las trayectorias.
Me quedé
gira girando
en rotación perpleja
mientras tú te perdías
eclipsándote tras una nebulosa.

El Universo en expansión
se me hace grande
y me siento más solo
a cada instante
mientras me hundo en el vacío de tu ausencia;
un vacío,
tan vacío e insondable
que no puede correr tampoco el riesgo
de chocar contra nada, ni con nadie.



Aquí sigo esperando
en mi Universo frío
(que para frío-frío el de las galaxias
menos trescientos grados, casi casi).
Algún día llegará
en que mire al cielo
y podré admirar
esta vez
ya desde lejos,
pues no se cruzarán
jamás nuestros trayectos,
el cíclico retorno
de un cometa.






lunes, 21 de noviembre de 2011

DIARIOS ESTELARES: GÉNESIS

Donde esté una carta de ajuste que se quite el mejor de los paisajes.



La matrona se afanaba entre las piernas de mi madre que, por aquel entonces y tras múltiples embarazos se había convertido en una lubricada y casi perfecta máquina de parir.

Sobre la cómoda de la habitación matrimonial, una enorme televisión en blanco y negro retransmitía El conde de Montecristo. Mi parturienta madre gritaba como una posesa a la comadrona:
¡Quite! ¡Quite! ¡Que no veo! ¡Que la carne de burra no transparenta!

Pasaron dos horas de relajada dilatación en las que mi padre sufrió lo suyo para impedir que la comadrona utilizase los fórceps con mi madre, o por mejor decir, contra mi madre. La tocóloga no sé si trataba de inducir el primer parto por vía nasal de la historia de la obstetricia o por el contrario pretendía responder con una rinoplastia traumática a las palabras de mi madre que le rogaba que procediera con delicadeza; y todo por un vacaburra de más o de menos. Tanto traer niños al mundo de un lado u otro del ecuador fecundo había sensibilizado el carácter de las dos mujeres tornándolo extremadamente susceptible.


Para evitar un derramamiento de sangre mayor del imprescindible en estos casos, decidí nacer. La alegre fanfarria de un telediario festejó mi alumbramiento.

La primera luz que vislumbraron mis ojos fue aquella pantalla hipnótica de fósforo parpadeante. En imagen, el hombre pisaba la Luna por vez primera, el mayor acontecimiento que vieron los siglos. Desde ese temprano instante perdí para siempre mi capacidad de asombro.
Absorto con la escena y con los ojos abiertos como platos fui incapaz de emitir el reglamentario sollozo de recién nacido. La comadrona asustada con mi silencio y mi mirada de lechuza no cesó de darme nalgadas hasta que se le acalambró el brazo. Ningún golpe pudo desviar mi atención.
-¡Vaya! Así que esto es el mundo- pensé.

martes, 15 de noviembre de 2011

EL OTRO


No sé si alguna vez ya os lo he contado, (o si a vosotros también os pasa) pero, en realidad, todo lo escribe el otro. Y el otro es impredecible, ingobernable, terriblemente vago y caprichoso. Ni está dispuesto a callar cuando le mando, ni habla cuando se lo ruego. Lo mismo os aturde con una verborrea incontinente que se sume en el silencio por meses.
No me hago enteramente responsable de lo que cuenta por mi boca: tan pronto se muestra insoportablemente ñoño y romántico como deliberadamente grosero; me avergüenzo tantas veces de sus ideas, un día se levanta bolchevique e incendiario, al instante se transforma en reaccionario, fascista y conservador, siempre dispuesto a hacerme perder los pocos amigos que aún conservo. Tampoco es mérito mío si alguna vez os entretuvieron sus historias. De nada me ha servido nunca enfadarme con él, no atiende ni al halago, ni a la amenaza. Cuando alguna vez he tratado de escribir algo por mi cuenta, he escuchado siempre sus burlonas carcajadas ante mi inútil esfuerzo. ..
Y hoy he aprovechado que está profundamente dormido para confesaros mi secreto.